Las culturas mediterráneas civilizadas ante la invasión y expansión territorial bárbara

En la antigua historia de las civilizaciones mediterráneas, las naciones más civilizadas o superiores estaban determinadas por las normas y leyes específicas de cada cultura, que las llevaban a considerar bárbaros a todos los que tenían como objetivo invadir, dominar y esclavizar las tierras.

El Mediterráneo ha sido, gracias a su admirable ubicación geográfica, la cuna de diversas civilizaciones dominadas y dominantes que aportaron a la gran expansión territorial de la Edad Antigua; refiriéndose al término “civilizado” como aquel que se caracteriza por cumplir los parámetros y pautas de comportamiento dentro de una cultura. Por consiguiente, quien no estaba inserto en estas tradiciones o que a su vez habitaba en la periferia del mediterráneo, era considerado “bárbaro”.


Los griegos dieron inicio al término bárbaro, aplicándolo a todo aquel que estaba en el estrato más bajo del avance humano, puesto que veían en su política una forma primitiva que carecía de leyes escritas que reglamentarán su convivencia, lo que los convertía en servidumbre. Concepto que los sesgó frente a las demás civilizaciones, al no tener la potestad de escribir su historia y estar bajo el poder de quienes lo hicieron. Los griegos tenían la certeza de ser parte de una sociedad superior basada en leyes morales y cívicas pertenecientes a la pólis, el mejor escenario de convivencia humana (Ramírez, 2010).


Los romanos idearon el mismo pensamiento de los griegos sobre los bárbaros, considerándolos seres totalmente diferentes a ellos. Ser bárbaro era sinónimo de bélico y rebelde. Solían burlarse de estos comparándolos con animales, al ser la caza su fuente de alimento. A medida que Roma fue consolidándose como imperio, asumió a través de sus líderes políticos una imagen diferente de los bárbaros. En un comienzo, Marco Aurelio, tiene una filosofía humanista que incluye la integración de los bárbaros al estado. 

De esta forma establece que no hay fronteras geográficas sino culturales. Es así como pretende civilizar a los pueblos del norte por medio de la cultura romana. Bajo el lema “Vencer y convencer” y bajo la utilidad que pueden presentar los bárbaros a la sociedad romana, Marco Aurelio cita en su libro Meditaciones “lo que no beneficia al enjambre, tampoco beneficia a la abeja” (Libro VI,54). Sin embargo, esta idea fue abandonada por Cómodo cuando llegó al poder. En su dominio, el objetivo era apostar por la destrucción y aniquilación total de los bárbaros.

Entonces, fue por medio de la influencia de costumbres y aspectos culturales como se comenzaron a constituir las organizaciones políticas, sociales y espirituales de cada territorio, considerando a los pueblos formados con normativas o cierto despotismo como los más “civilizadas”. Por esa razón nacieron confrontaciones entre los pueblos Egipcio y Hebreo, comenzando por las específicas e irrefutables creencias que tenían cada uno, pero ante todo la necesidad de la libertad de estos últimos. 

De cierta manera, las cosmovisiones y deidades de cada comunidad influyó de manera más relevante en las representaciones de los amos y reyes que en las de los mismos pueblos, por eso las conversaciones se reducían entre los mandatos de Dios, Moisés y el Faraón. Asignando a cada acción un hecho social influyente en las continuas invasiones que solían reducirse a tiranía, esclavitud y luchas, sin embargo tenían respeto por los extranjeros, como se cita “Mostrad, pues, amor al extranjero, porque vosotros fuisteis extranjeros en la tierra de Egipto” (Éxodo, 22:21). Surgiendo así el establecimiento de leyes morales y religiosas, orientados por mandatos regidos por su fe en el bien y el mal, en su adoración constante y fiel ante la reglamentación de sus vidas.


Por su parte, en otros estados del Mediterráneo se desataron ciertas expediciones e invasiones que fueron la consecución de la necesidad de poseer tierras, pues de esta manera eran considerados superiores. Resaltando que esa búsqueda incesante redujo a los griegos a situaciones conflictivas entre ellos, incluso entre el estado y el mismo pueblo, que trajo como resultado el decaimiento de la república medio salvada por la democracia. El rapto de reinas y figuras importantes como las esposas trajo consigo la expedición de los griegos contra Troya, paso del imperio de Heráclidas a manos de Giges, guerra contra los de Mileto, conquista de pueblos de Grecia, la guerra de Persia, despidos y castigos. 


                                                     

Todos manipulados por el convencimiento que ejercían en las decisiones de los reyes, los oráculos y sus brujos en naciones como Atenas, que son dominadas por tiranos como Pisístrato, hechos políticos y sociales que fueron guiados por adivinos y profecías, como cita Heródoto «Creso, monarca de los lidios y de otras naciones, bien seguro de que son solos vuestros oráculos los que hay en el mundo verídico, os ofrece estas dádivas, debidas a vuestra divinidad y numen profético, y os pregunta de nuevo, si será bien emprender la guerra contra los persas, y juntar para ella algún ejército confederado.» (Heródoto, 2006).


Para concluir, se puede decir que cada una de las manifestaciones demostradas en los hechos históricos, comunican la intencionalidad de definir con un mismo parámetro a todas las naciones del Mediterráneo, sin embargo estas estaban aferradas a permanecer atadas a sus costumbres, creencias, leyes y organización. De muchas maneras algunos pueblos resistieron al poder de ser gobernados, en esta caso los considerados bárbaros, para ellos solo era grande el éxito ante sus ojos y consideraban la tiranía como sagrada, encontrando la fuente de poder y dominio en la invasión y posesión de territorios, sin comprender que los pueblos más libres eran los más fuertes. En consecuencia, en medio de las continuas guerras que llevaron al caos, se desató la necesidad de rescatar la pasión por la libertad, la justicia y la verdad.




Nota de la autora:

Si desean conocer más sobre estas legendarias culturas mediterráneas, les recomiendo las siguientes páginas de lectura:

Ramírez, A (2009). Las dos caras de Jano: la imagen del bárbaro en el Imperio romano. Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua. Madrid. UNED.

Condis, D. (5 de julio de 2017). Bárbaros y Romanos. LA RÉPLICA. Recuperado de: https://lareplica.es/barbaros-y-romanos/.

Marco Aurelio (2006). Meditaciones. Buenos Aires: La editorial virtual. Recuperado de: Marco Aurelio.pdf.


Biblia. Antiguo Testamento: Éxodo.


Heródoto (2006). Los nueve libros de la Historia. Brasil: eBooks Brasil. Recuperado de: http://www.ebooksbrasil.org/eLibris/nuevelibros.html.

Spengler, O (2006). La decadencia de Occidente: Bosquejo de una morfología de la historia universal. Buenos Aires: La editorial virtual. Recuperado de: http://www.seminariodefilosofiadelderecho.com/Biblioteca/S/occidente.pdf.

Disfruta de la lectura en mi universo de letras.

Y.J. Riveros.

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