La llegada de las estrellas en la memoria histórica del pueblo maya
En un principio se construyó el sendero de la iluminación, guiado por las luces del cielo, ese que los caminantes forjaron, convertido en la cosecha que durante mucho tiempo dio sus frutos en las fuentes del descubrimiento y conquista, esa que arrancó de raíz antiguas creencias y trajo consigo un choque cultural e histórico.
Desde la llegada de los dioses que venían del cielo, el tiempo y el espacio quedaron convertidos en veinte años de trescientos sesenta días, como resultado de un mal presagio venido de poniente, con el que los relatos mejor guardados, se convirtieron en la adoración de ese dios extraño que con rasgos de animal llegó en medio de la oscuridad de la noche para acechar, fueron aquellos los extranjeros cristianos que desembarcaron solamente para pisotear e imponer. La sangre de los muertos se detuvo y corrió en la vida de los nacidos; lo que era eterno, ahora estaba medido. Aplastaron la flor, castraron el sol y trajeron con ellos a un dios esclavizador.
Fue así como el sol se detuvo en medio de la calamidad y sin darse cuenta, se habían convertido en el diablo al que tanto temían, por esa razón, todos terminaron torcidos, los pueblos saqueados y la comunidad destruida. Ya no había una estructura social, aquella que trajo consigo calendarios y pirámides quedó reducida en cenizas, muchos tuvieron que arrodillarse y adorar al redentor, obligados a entender símbolos pictóricos diferentes a los naturales, ya no esperaban a un rey, sino el abrigo de la madre tierra calmando la rabia que no les permitía alzar de nuevo la cabeza: “A castrar al sol. A esto vinieron los extranjeros. Y quedaron aquí los hijos de sus hijos. Y el rencor que nos tienen estos últimos dzules”.
El tiempo ya no era eterno, sino una consecución de hechos que pedían a gritos la liberación de las vidas que consideraban sagradas y que ya no avanzaban, estas se habían quedado atascadas. Se perdió la sabiduría y entendieron que lo regalado ahora era saqueado, pero el sol salió, para predecir que la paz traería consigo castigo, por lo que pronto se encontraron divididos en dos filos, uno en el que estaba el dios del poder y otro en el que ellos recibían la limosna. Esas mismas siete veces que el gran imperio avanzó, cuando la flor se marchitó, trajeron consigo palabras y símbolos que se mantuvieron ocultos con el pasar de los años: “No pierdas de vista el centro de sangre coagulada de la Flor de Mayo. Trabaja el henequén. Es el destino tuyo y de tus hermanos”.
Por último, es muy valioso rescatar los factores que se involucran en el pensamiento y avance social de la cultura maya, porque además de crear un imperio poderoso, construyeron elementos poderosos para el arte, la literatura y las ciencias, que marcaron el sentido que se le daba a la vida. Así mismo, logrando identificar e interpretar y representar los mensajes que el orden natural del mundo les mostraba, al mismo tiempo, comprendieron que este no avanza solo, sino que crece en conjunto con la comunidad, siendo de esta manera, la base del surgimiento de las maravillas, ya que lo logrado no solo fue mágico o fabuloso, sino que traspasó los límites de la realidad para llegar a iluminar el propio sendero de la humanidad.
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