LA NARRATIVA HISTÓRICA SOBRE DESAPARECIDOS EN LA OBRA LITERARIA "EN EL BRAZO DEL RÍO"
RESUMEN
El presente artículo científico, desde un enfoque principalmente investigativo, busca analizar la concepción de desaparecido y sus efectos a partir de la literatura colombiana contemporánea, teniendo en cuenta específicamente la obra En el brazo del río (2006-2017) de la escritora colombiana Marbel Sandoval Ordoñez. Además, para escudriñar en la manifestación de desaparición, se tienen en cuenta aspectos narrativos e históricos que se implementa en el proceso de evocación literaria de las situaciones, contextos, pensamientos, sentimientos y costumbres que abordan su significación, teniendo en cuenta panoramas que el lector conocerá y cuestionará: una de las zonas marginales y armadas internas de Colombia, la evocación de la posición estática poblacional y por último, el puente que une y separa ambas zonas, el río, fuente de ausencias y presencias, marcadas por los relatos de cada voz, con respecto a la posición que ejercen al transmitir su versión, un llamado a lo desconocido, priorizando la ruptura del círculo vicioso de la violencia.
Palabras clave: asesinato, masacre, ausencia, paramilitarismo, periodismo.
THE HISTORICAL NARRATIVE ON MISSING PERSONS IN THE LITERARY WORK IN THE ARM OF THE RIVER
ABSTRACT
Keywords: murder, massacre, absence, paramilitarism and journalism.
This scientific article, from a mainly investigative approach, seeks to analyze the conception of disappeared and its effects from contemporary Colombian literature, specifically taking into account the work En el brazo del río (2006-2017) by the Colombian writer Marbel Sandoval Ordoñez. In addition, to scrutinize in the manifestation of disappearance, narrative and historical aspects are taken into account that are implemented in the process of literary evocation of situations, contexts, thoughts, feelings and customs that address its significance, taking into account panoramas that the reader will know and question: One of the marginal and internal armed zones of Colombia, the evocation of the static population position and finally, the bridge that unites and separates both zones, the river, source of absences and presences, marked by the narratives of each voice, with respect to the position they exercise in transmitting their version, a call to the unknown, prioritizing the rupture of the vicious circle of violence.
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En torno a la literatura colombiana contemporánea, la investigación se ha visto implicada en la noción de desaparecido, a través del recorrido teórico e instrumental que ha logrado desarrollar. Desde estos aspectos se alcanza a reconocer que a partir del análisis de la novela En el brazo del río de Marbel Sandoval (2006), la memoria histórica alcanza un máximo punto desde la narrativa misma. Además, se enfatiza en la implementación de recursos contextuales y dialógicos muy realistas que acompañan la reconstrucción de aquellas situaciones devastadoras y sangrientas que ha dejado el conflicto armado interno en Colombia. Por medio del llamado que evoca la memoria y a través de los recursos narrativos empleados, es que se logra tener un acercamiento a lo que ha implicado el enfrentamiento armado en las zonas rurales y marginales alejadas de la ciudad.
Por otra parte, lo que ocurrió en realidad con respecto al entorno y acontecimientos inspirados en la obra, se puede encontrar en la siguiente información contextual que se ha logrado recopilar sobre la masacre en la Vereda Vuelta Acuña, (Santander), Municipio de Cimitarra, ocurrida el 12 de enero de 1984. Partiendo de los referentes y fuentes documentales, los campesinos: Honorio Múñoz Céspedes, Jesús Múñoz, Óscar Yepes, Carlos Tobón, Isaura Lascarro, su hija Beatriz Urrego Lascarro, Cruz Elena López y un joven de 15 años quien era conocido como "Juancho", fueron asesinados en una operación conjunta de soldados de la XIV Brigada del Ejército, en esta época era dirigida por el General Farouk Yanine Díaz, del grupo paramilitar M.A.S. Por otra parte, en los datos sobre el número de víctimas se encuentra que en algunas fuentes informativas mencionan que fueron 5 u 8 asesinatos, mientras que en otras, fueron 89 las víctimas.
Con respecto a la recopilación documental, también se informa que la mayoría de cadáveres presentaban signos atroces de tortura, según las fuentes, todas las víctimas fueron quemadas con ácido. Por otra parte, en otro caso, como el de Isaura, le quitaron los ojos, mientras que los vientres de las mujeres fueron abiertos. En sucesión a un informe del Grupo de Memoria Histórica, se retoman los testimonios de un sobreviviente, en los cuales se afirma que solamente hubo un único cuerpo intacto, fue el de Honorio.
Entonces, su esencia radica en la recuperación de aquellas historias que día a día recobran experiencias crueles de tortura y asesinatos que posteriormente son hechas noticias y de las cuales no es fácil hablar, ya que desde este punto de vista se pueden ver inmensos temas que llegan a tocar la sensibilidad humana. Retomando cómo la comprensión de la desaparición ha llegado a convertirse en un intervalo reiterativo que afecta al núcleo social, siendo a la vez un tema literario que proyecta un lenguaje e imagen territorial única. De esta manera, se hace un llamado a generar en el texto un mensaje que promueva la ruptura de las cadenas que violentan los derechos humanos y a la vida.
Al hacer énfasis en la concepción de desaparecido, se observa que este se desarrolla como estatuto de evidencia que alcanza a afectar, por medio de hitos como la constitución de la categoría misma en la experiencia de quienes padecieron de cerca el acontecimiento. Forzada cuando aún no se disponía de términos para mencionarla, ascendió al estatuto de tipo jurídico-penal de derecho internacional en materia de derechos humanos con una circulación o expansión abierta. En consecuencia, se ha terminado por promover en el estatuto de evidencia nada menos que un “nuevo estado del ser”, extraño y desconcertante (Gatti, 2014).
En los sesenta se asistió a una vulneración de los derechos humanos, con el paso del tiempo se llevó a pensar en lo sucedido: desapariciones a partir de ideas como quiebre, fractura, vacío, invisibilidad, inexistencia, ausencia, paradoja, entre otros. Y tuvo también éxito nominativo, puesto que circula, se extiende, se usa, viaja entre continentes y épocas. Al identificarlo desde varias dimensiones, se entiende que el tipo ideal no fue solo jurídico-penal, sino también estético, psicológico, político e histórico. El Segundo contexto se manifiesta al observar cómo la categoría se integra en un paquete, el de la moral humanitaria, donde comparte espacio con otros sufrimientos, pero sobre todo con prácticas o “técnicas morales” (Gatti, 2014).
Por consiguiente, la apropiación del cuerpo del enemigo permite, de modo accesorio, que la oposición o conflictos políticos internos queden privados del recurso simbólico que representan los desaparecidos, o mejor dicho, muertos. No se encuentran ni héroes, víctimas o mártires, los detenidos-desaparecidos permanecen ausentes del juego político, precisamente porque su cadáver fue confiscado por el Estado (Garibian, 2013). En estos casos, su ausencia queda marcada por el olvido, la indiferencia y la injusticia, es decir, que esos muertos quedaron medidos por la descalificación y el rechazo; sus tumbas vinieron a crear un paisaje singular de dominación por el terror (Ferrándiz, 2009).
Con respecto al contexto o escenario contemporáneo en el que se desarrollan los acontecimientos, hay que reconocer cuatro maneras para la utilización de la sistematización de poder genocida en cuanto a estrategia de poder, que se han denominado constituyente, colonialista, poscolonial y reorganizadora (Feierstein, 2007).
Al encontrarse en la posición de la situación de desaparecidos, los involucrados manifiestan cierta reacción social que los hace presenciar y sentir la ausencia de las personas que en poco o mucho tiempo estuvieron con ellos, “se torna invisible, hace desaparecer, aunque no corresponda evidentemente a una falta de presencia física, sino más bien a una no-existencia en el sentido social del término” (Honneth, 2006, p.225). Es un acontecimiento inconcluso e infinito si no aparece la persona, puesto que se llevan a suponer muchos paraderos o sitios en los que puede encontrarse, incluso agrandar el vacío de sus familiares o amigos con los recuerdos. Los casos de algunos desaparecidos se convierten en una incógnita, ya que nada se puede hacer para saber si la persona está viva o muerta, hasta el punto de llegar a tener una “no identidad”, “intención de desmemoria e identidad hecha de memoria”, “fenómeno burocrático de borramiento de identidad” (González Villarreal, 2012). Esto lleva a la construcción de continuas definiciones que van más allá del conocimiento, pues se convierten en una invitación para entrelazar la existencia y la nada, el ser y no ser, porque el desaparecido lo es, como dice Gatti (2014), en un proyecto civilizatorio, aquel que forma a individuos y ciudadanos.
Los recursos que son evocados por la memoria, retornan a elementos como fotos u objetos que usaba la persona desaparecida en su vida cotidiana, estos pueden ser: su mochila, vestidos, incluso lugares, como ocurre con Sierva María en la novela En el brazo del río, al recolectar aquellos objetos que usaba su amiga Paulina, los cuales se encuentran en el espacio que recorre, sin poder evitar sentir la textura e imaginar el olor de su dueña.
Durante los últimos años, muchos estudios se han expandido más allá de los estándares sociales, para enfrentarse a experiencias traumáticas de pérdida y abyección que exceden las políticas sexuales de identidad y violación de los derechos humanos. Sin embargo, con respecto a las implicaciones sexuales, se utiliza aquí el término que Judith Butler sugirió alguna vez: como un argumento en contra de cierta normatividad (2001).
En consecuencia, lo que en realidad emerge en medio de la experiencia vivida por la violencia, es que el medio en el que ocurren los sucesos no necesariamente tiene que ser exacto o coherente para existir, sino que como se presenta En el brazo del río, pueden llegar a encontrarse capas espacio- temporales que se conectan de alguna manera, estas conviven en una misma experiencia y en un lugar o pensamientos compartidos, como dice la autora de la obra Marbel Sandoval: “Lo mío es rescatar con la literatura el vivir y el morir, las dos líneas que atan la existencia, en un lugar específico que es Colombia” (1959, p. 8), se puede agregar que este lugar no es otro que el río Magdalena.
De esta manera, el entorno social, los medios de comunicación, la época, los cambios de narrador y tiempos conducen a construir la figura del desaparecido en un espacio que corresponde a una zona geográficamente real, pero literariamente imaginaria, que lleve a edificar el espacio de esta superficie, mientras que es determinada por lo que hay afuera, sobre todo en la esencia territorial de la historia, la cual es determinada por el espacio narrativo. Se podría decir que la experiencia espacial de la violencia está “sobredeterminada” (Althusser, 2004, p.81) y que sus diferentes niveles se vinculan de manera tensionada y conflictiva.
Lo que ofrece una mayor profundización en la comprensión de desaparecido es el proceso narrativo histórico que se implementa en la obra literaria En el brazo del río, ya que el texto introduce al lector por medio de la narración a dos voces independientes: la de Sierva María y Paulina, adolescentes y entrañables amigas del colegio, quienes viven de cerca la barbarie del conflicto armado interno en Colombia. Es decir, que desde un panorama cultural cotidiano, comienzan a tejer lazos sociales que desde su amistad comunican las alegrías y tristezas que viven en medio de este mundo conflictivo, armado y desgarrador.
Una de las citas que hacen referencia en la obra a los conflictos sociales conectados con los históricos es: “Era como cuando el pueblo de Dios abandonó Egipto para ir a la tierra prometida, solo que al contrario” (Sandoval, 2006, p.126), una analogía en la que se relaciona la situación de dos pueblos que viven sometidos y de manera contradictoria salen del territorio, exceptuando que en una luchan por recuperar su tierra mientras que en la otra son expulsados de sus hogares. En lo que respecta al entorno, se halla muy significativo la presencia del río, como símbolo del dolor ante la injusticia que resurge por la masacre de los maseteros o paramilitares, quienes terminan separando y destruyendo la inconclusa relación entre las dos adolescentes; sobre todo, ante la indiferencia de un entorno marcado por los mensajes incompletos que pueden o no llegar a las personas frente al conflicto.
Lo que más se evidencia es que la transmisión de las situaciones, crímenes y secretos van de la mano con las charlas privadas que se transmiten rápidamente: “En los atardeceres, de mecedora a mecedora, circulaban los chismorreos y a veces hasta noticias, pero no se les daba la mayor trascendencia” (Sandoval, 2006, p.99), palabras que al no ser oficialmente maquilladas llevan consigo las posibilidades de una mayor aceptación de estos datos informativos sobre la problemática.
Otro de los aspectos relevantes es la voz de Paulina muerta, quien desde su posición como ente ausente expone el mal llamado desplazamiento, o peor, el desgarramiento social y violencia que vivió en su propia casa, así como también muchas otras víctimas han sido condenadas a sufrir, padecer y morir ante estas temibles masacres: “Unos hombres que bajaban por el río, que se comían sus vacas, quemaban sus casas, violaban a sus mujeres, amenazaban, señalaban, chantajeaban y asesinaban, extinguían la esperanza de una tierra nueva, bajo un sol nuevo” (Sandoval, 2006, p.126).
Por otra parte, es el padre Eduardo quien, ante los interrogantes de Sierva María sobre lo que estaba ocurriendo en el río (paramilitares, matanzas, desplazamientos, noticias contradictorias, etc.), le invita a seguir un proceso que le permite pasar de ser una niña a una joven crítica y reflexiva: “Mi parecer me decía también que lo que allí pasaba era grave, pero que a nadie le interesaba, con excepciónde a sus protagonistas. A mí me había empezado a importar este miércoles porque no estaba Paulina, pero los otros días apenas había sido una noticia y un chismorreo de vecinos para distraer los calores de enero y las vacaciones del colegio” (Sandoval, 2006, p.89). Sierva María, luego de escuchar, ver e investigar por sí misma, encuentra que: “Mi propia opinión era, por lo que escuchaba, que mataron a mi amiga, a su mamá y a otros que yo no conocía y que los hicieron pasar por guerrilleros” (Sandoval, 2006, p.114).
Por consiguiente, los factores culturales, sociales y políticos, pasan a un panorama de conocimiento prudente o medido por una perspectiva individual del papel fuera o dentro de lo ocurrido, esto posiciona a la violencia no únicamente en el lado oscuro de la narrativa colombiana contemporánea, sino que también ha logrado colocarla en un lugar de movimientos un poco más masificados de lo que involucra la memoria colectiva; pues, lo que se busca es despertar en el lector los sentimientos que van más allá del sufrimiento, el dolor y el horror del conflicto armado interno en Colombia.
En conclusión, lo que se encuentra en la novela En el brazo del río es un recorrido ficticio-real que evoca una correlación de ausencias y presencias acumuladas en el fondo memorial entre los seres vivos y muertos. Ciertamente, el complemento que la lleva a su máximo esplendor es el lenguaje histórico, el cual se va tejiendo a medida que los personajes van avanzando o regresando a los lugares que marcaron los hechos violentos y conflictivos. Por consiguiente, se recrea un panorama en el que las perspectivas de cada persona pueden moldear su propia comprensión de la verdad al vivir este conflicto armado.
Por último, al recopilar todos los elementos que se implementan, se encuentra una concepción de desaparecido que es medida por lo que cada personaje recibe del ambiente en el que se desenvuelve, puesto que el entorno está ampliamente unido al pensar y sentir de cada voz; por esto, algunos son asesinados o se convierten en víctimas de la guerrilla, por ende, sufren y a la vez son obligados a cambiar de pensamiento y contexto a cada instante. En la población civil o citadina todos buscan hablar, informar o ayudar, mientras que los grupos paramilitares culpan, matan y forman asesinos pertenecientes a todas partes, pero al final todos se hacen la misma pregunta: ¿Quiénes son en medio de esta matazón?.
REFERENCIAS
Gatti, G. (2017). Desapariciones, usos locales, circulaciones globales. Ediciones Uniandes, Bogotá, D. C., Colombia.
Sandoval, M. (2006). En el brazo del río. Hombre Nuevo Editores. Medellín, Colombia.
Botero. A, Palencia. M y Silva. A. (2020). Literatura y violencia: memoria, recuerdo y evocación como herramientas de no repetición En el brazo del río, Serbiluz, Maracaibo, Venezuela.
Bienvenidos a mi universo letrado.
Y.J. Riveros.
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